Cepal cuestionó el extractivismo y afirmó que es un modelo «agotado»
La secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, reiteró la necesidad de revisar el modelo político-económico de la región: «El modelo económico que se ha aplicado en América Latina está agotado, es extractivista, concentra la riqueza en pocas manos y apenas tiene innovación tecnológica».
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) presentó a inicios de marzo un análisis del impacto de la pandemia en el que alerta, una vez más, sobre los problemas estructurales en los países de la región y llamó a invertir en un estado de bienestar y una sociedad del cuidado. El “Panorama Social de América Latina 2020” da cuenta de una contracción del Producto Interno Bruto regional de 7,7 por ciento y del cierre de 2,7 millones de empresas con el consecuente incremento del desempleo, que afecta desproporcionadamente a las mujeres.
Cuestionamiento al extractivismo
Esta información se suma al balance realizado por Bárcena en una entrevista brindada en España. Allí la titular de la Cepal indicó que «el modelo económico que se ha aplicado en América Latina está agotado: es extractivista, concentra la riqueza en pocas manos y apenas tiene innovación tecnológica». «Nadie está en contra del mercado, pero debe estar al servicio de la sociedad y no al revés», consideró. «Tenemos que encontrar nuevas formas de crecer y para eso se requieren políticas de Estado. No es el mercado el que nos va a llevar, por ejemplo, a más innovación tecnológica», aseveró.
Para Bárcena, a diferencia de muchos países asiáticos, «América Latina ha perdido dos trenes: el de la política industrial y el de la innovación, dejando la toma de decisiones a las fuerzas del mercado». «Está claro que ese modelo de desarrollo, sin una estrategia productiva, se agotó. Tanto en materia económica, como demuestra el bajo crecimiento, como en materia de distribución: que sigamos siendo la región más desigual del mundo quiere decir que no hemos sido capaces de repartir esa aparente expansión«, analizó.
«El problema es que no se ha diversificado la matriz productiva con conocimiento, con contenido nacional y con encadenamientos con pequeñas y medianas empresas. La gran fábrica latinoamericana de desigualdad sigue siendo la brecha entre compañías grandes y pequeñas. El caso de México es claro: exporta más de 1000 millones de dólares al día, pero eso no se siente en la sociedad», diagnosticó.
El primer número del Boletín Recursos Naturales en América Latina y el Caribe, elaborado por la División de Recursos Naturales de la Cepal, presenta un análisis conjunto del rol del agua, la energía, la agricultura, la biodiversidad y los recursos naturales no renovables durante la pandemia de Covid 19, para plantear propuestas integradas que permitan a los países de la región enfrentar mejor las crisis, así como las dificultades estructurales. Plantea el desafío del cambio climático en América Latina y el Caribe como un esfuerzo financiero, económico, social, cultural, distributivo y de innovación, pero que también brinda una oportunidad para que la región transite hacia un desarrollo más sostenible e inclusivo.
Pensar la pospandemia
A fines de mayo de 2020, Alicia Bárcena había asegurado que «la región América Latina y el Caribe necesitará una recuperación “verde” después de la pandemia Covid19, basada en la equidad social y la sostenibilidad económica y ambiental».
La actual crisis “desafía al modelo ortodoxo y necesitamos uno nuevo, centrado en la igualdad y la sostenibilidad, con un nuevo pacto social para avanzar hacia un mundo más democrático y participativo”, afirmó Bárcena. Sin embargo, la Secretaria Ejecutiva de la Cepal señaló que “la historia de América Latina y el Caribe previa a la actual pandemia tampoco fue de crecimiento exitoso, y estuvo marcada por altos niveles de desigualdad y ausencia de cambio estructural progresivo”.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) es una de las cinco comisiones regionales de las Naciones Unidas creada en 1948 para contribuir al desarrollo económico y “reforzar las relaciones económicas de los países de la región. Posteriormente se incorporó el objetivo de “promover el desarrollo social”. En 1996, los gobiernos miembros actualizaron su misión institucional y establecieron que la Comisión debía desempeñarse como “centro de excelencia, encargado de colaborar con sus Estados integrantes en el análisis integral de los procesos de desarrollo”. Esta misión incluye la formulación, el seguimiento y la evaluación de las políticas públicas.
La Cepal reconoce que, en el contexto de la pandemia, se reveló el rol clave de los recursos naturales y de los servicios asociados a ellos en la región, en lo atinente a la lucha contra el virus. Simultáneamente, la emergencia frenó muchas actividades basadas en recursos naturales y evidenció la desigualdad en el acceso a los mismos y a los ingresos que generan.
Un modelo que la propia Cepal sostuvo
Ante estas declaraciones e informes, el analista en temas de ambiente y desarrollo en el Centro Latino Americano de Ecología Social (Claes), Eduardo Gudynas, aseveró que «estamos ante la confesión de la máxima autoridad del organismo económico más importante del continente, el que por un lado tendría que haber contribuido a evitar ese fracaso, y por el otro, haber asegurado el camino hacia lo que ellos conciben como un desarrollo virtuoso que reduce la pobreza y la desigualdad».
«Reconocer que nada de eso ha sucedido es admitir que la Cepal no tenía estrategias realmente efectivas para ese propósito, o si se asume que sus propuestas eran las adecuadas, entonces los gobiernos serían los culpables por no haberlas seguido. Cualquiera de las dos posibilidades tienen muy graves connotaciones», indicó Gudynas.
«Por ello, es tremendamente llamativo que ahora se reconozca que los extractivismos concentran la riqueza, apenas tienen innovación tecnológica y son parte de ese desarrollo que fracasó. Todo eso es lo que han dicho las organizaciones ciudadanas, unos cuantos políticos y un puñado de académicos, desde hace más de una década, sin ser reconocidos por la Cepal», cuestionó Gudynas.
Para el especialista, la Cepal «no abandonó sus propias propuestas, como las que en los años noventa postulaban la ‘transformación productiva’ o la inserción en la globalización comercial». «Más allá de los énfasis, la Cepal se mantuvo fiel al credo del crecimiento económico como motor indispensable del desarrollo, y ponía su esperanza en ciertas regulaciones para educir la pobreza y la desigualdad», agregó.
«La Cepal toleró los extractivismos a pesar que ello iba en contra de la temprana prédica cepalina que cuestionaba un desarrollo basado en exportar materias primas», dijo Gudynas. «Lo hizo porque esperaba que permitiera acumular capital que de alguna manera sirviera a cambios estructurales y a reducir la desigualdad. Como consecuencia, la Cepal nunca fue una voz enérgica en denunciar las severas consecuencias negativas», consideró.
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Publicado en Tierra Viva (Argentina) el 15 de marzo 2021.
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